El acné es una enfermedad inflamatoria que afecta al 80% de la población en algún momento de su vida. Su causa es principalmente genética y hormonal pero hay múltiples factores que le afectan y empeoran, como el estrés o una alimentación basada en productos procesados.
Un brote de acné puede manifestarse con distintos tipos de lesiones, solas o combinadas entre si, y puede afectar a distintas zonas del cuerpo, como el escote, la espalda o los glúteos, no solo a la cara.
Las lesiones típicas de acné, que todos reconocemos, son los granos rojos o con pus, pero en realidad el acné presenta otras manifestaciones igual de frecuentes, que son: puntos negros (comedones abiertos), microquistes blancos (comedones cerrados), granos rojos (pápulas), granos blancos (pústulas) y bultos profundos (quistes).
La duración del acné, así como su edad de inicio es muy variable. En cuanto a la intensidad del acné, si hay antecedentes familiares o si el acné aparece antes de la adolescencia suele tener peor pronóstico.
La importancia médica del acné radica en el empeoramiento de la calidad de vida durante el brote (dolor, inflamación…) así como en las secuelas estéticas que producen, ya que en muchas ocasiones, si no se trata correctamente, quedarán marcas o cicatrices para toda la vida.
“Por ese motivo, los dermatólogos recomendamos tratar el acné desde el inicio, incluso desde la infancia si es necesario. Así podemos prevenir las temidas cicatrices de acné” afirma la Dra. Virginia Sánchez.
Cuando el acné se presenta principalmente con comedones abiertos y/o cerrados se trata de un acné retencional y se puede tratar con cosméticos exfoliantes físicos y químicos. Algunos ácidos como el ácido glicólico, el ácido mandélico, el ácido azeláico o el ácido salicílico así como el retinol, son principios activos que controlan y mejoran el acné de predominio retencional.
En todos los tipos de acné se recomienda utilizar un gel limpiador hidratante suave y una crema hidratante reparadora ligera.
En el acné se deben evitar los cosméticos astringentes que resecan e irritan la piel (jabones fuertes o secantes, tónicos con alcohol, etc…). No hay que olvidar que el acné es una enfermedad inflamatoria por lo que debemos evitar cualquier tipo de acción que produzca mayor inflamación, como el uso de cosméticos irritantes o las limpiezas con extracción manual.
El acné inflamatorio presenta mayor número de lesiones de tipo granos rojos y con pus. En estos casos, se debe acompañar el tratamiento cosmético con tratamiento médico por vía oral prescrita por un médico o dermatólogo.
El acné en tratamiento médico necesita unos cuidados cosméticos diferentes ya que será necesario utilizar productos hidratantes y calmantes para reducir el riesgo de descamación e inflamación de la piel.
En resumen, el acné es una enfermedad compleja y con gran variabilidad interindividual por lo que una consulta con un dermatólogo a tiempo puede evitar muchas situaciones desagradables en el futuro para la persona afectada.