En esta ocasión no vamos a tratar sobre enfermedades, sino que me referiré a los cambios fisiológicos (“normales”) que experimenta la piel de la mujer durante el embarazo. Como sabéis, ésta es una etapa compleja asociada a profundos cambios inmunológicos, endocrinos, metabólicos y vasculares y esto se expresa en la piel. Además, el embarazo puede producir cambios en enfermedades cutáneas (dermatitis atópica, psoriasis…) y asociarse a trastornos específicos, pero no los trataremos en esta ocasión.
El aumento de pigmentación es muy frecuente en el embarazo, más intenso en mujeres de piel más oscura. Hay zonas corporales ya pigmentadas, como areolas, genitales y línea media abdominal que se pigmentan más. Suele advertirse aumento del tamaño y número de nevus melanocíticos. Otro cambio pigmentario muy frecuente y molesto cosméticamente es el melasma, cloasma o “paño”. Son manchas marrones, irregulares y simétricas que suelen aparecer en la cara. Aunque en la mayoría de las ocasiones tiende a remitir después de dar a luz, en ocasiones puede ser persistente o recurrir tras la exposición solar en verano. Los tratamientos despigmentantes no están indicados durante el embarazo por eso sólo recomendamos medidas de protección solar usando fotoprotectores elevados y esperar a finalizar la gestación para realizar tratamientos específicos. En caso de persistir tras el parto, es conveniente consultar al dermatólogo, y recordar que una mujer no debe autotratarse sin consultar con el médico durante esta etapa.
Las mujeres percibirán el pelo de la cabellera abundante y vigoroso, sin embargo tras el parto sobreviene una caída compensadora que se conoce como “efluvio postparto” y que puede tardar meses en normalizarse. Puede aparecer hirsutismo (aumento del pelo corporal en determinadas áreas) y acné, pero suelen ser leves y regresan tras el parto.
Muchas mujeres pueden notar incremento en el tamaño o el número de nevus o lunares. Son muy frecuentes también los cambios vasculares como las arañas vasculares y el eritema (rojez) palmar. Pueden aparecer o empeorar molestas venas varicosas en las piernas o hemorroides. No es raro que las mujeres experimenten edema (hinchazón) facial, en pies y manos, más pronunciado al levantarse y que desaparece conforme avanza el día.
Otro cambio bien conocido es la aparición de acrocordones o fibromas, que son pequeñas “prolongaciones cutáneas” alrededor del cuello. Son conocidas como “verrugas” aunque no es el término correcto. No son contagiosas, no se propagan y no se producen por el roce de collares. Son benignas y tienen fácil tratamiento por el dermatólogo.
Y cómo no hacer mención a las temidas estrías: ocurren hasta en el 90% de las mujeres en el tercer trimestre. Son líneas rosa-purpuras o bien atróficas en abdomen, caderas y pechos. La mayoría se aclaran tras el parto, pero no desaparecen del todo. Durante el embarazo es importante el uso de hidratantes o productos específicos. En caso de plantearse tratamiento, existen varias opciones y deben valorarse también tras el parto.
Y con esto termina este breve repaso. Para finalizar, sólo hacer hincapié en la importancia de la hidratación, protección facial del sol, evitar la automedicación, paciencia (algunos de los cambios mencionados se resuelven o mejoran tras el parto) y consultar con un dermatólogo cualquier duda que pueda surgir.