Pocas enfermedades en dermatología suscitan tantas preguntas como la dermatitis atópica, además de menoscabo en la calidad de vida de paciente y familiares. Es una enfermedad frecuente, crónica, asociada a picor intenso. Puede aparecer a cualquier edad pero es más frecuente que debute antes de los 5 años. En ocasiones se asocia tendencia a padecer asma, rinitis y alergias. La causa es desconocida.
¿Cómo son las lesiones en la dermatitis atópica?
En niños más pequeños es frecuente la afectación facial y en áreas de extensión en forma de “granitos rojos” o exudación (lesiones que desprenden líquido escaso transparente o ligeramente amarillento). Con la edad las lesiones se hacen más “secas”, rugosas o engrosadas y predominan en zonas de flexión.
Preguntas que surgen sobre la dermatitis atópica
Después de estas pinceladas generales, me gustaría responder de forma práctica a preguntas que surgen frecuentemente en la consulta. De todos modos es una enfermedad compleja y muy variable de un paciente a otro, así que os recomiendo consultar con vuestro dermatólogo cualquier duda o inquietud.
Doctora… ¿esto a qué se debe?
Como he comentado antes, no se conoce con exactitud. Están implicados factores genéticos, ambientales, inmunitarios… pero es difícil todavía trasladar este conocimiento a medidas de tratamiento concretas.
¿Y va a durar toda la vida?
Aunque el pronóstico es impredecible en cada caso, la dermatitis atópica tiende a desaparecer con el tiempo y la mayor parte de los niños están libres de lesiones al llegar a la pubertad.
¿Cómo se diagnostica? ¡¡A mi hijo no le han hecho ninguna prueba!!
El diagnóstico de la dermatitis atópica se basa en las manifestaciones clínicas (que aprecia el dermatólogo al observar al paciente) y exclusión de otras enfermedades que pueden semejarse. No existen pruebas de laboratorio que diagnostiquen la dermatitis atópica. No es necesario el estudio de alergia alimentaria, pero en casos determinados puede plantearse.
Me han dicho que con la dieta puede mejorar…
La relación entre atopia y dieta no está clara. Existe consenso en evitar dietas muy restrictivas si no hay motivo (alergias, intolerancias…). Parece que deberían evitarse dietas ricas en ácidos grasos poliinsaturados y favorecer dietas ricas en antioxidantes. No se ha comprobado que prebióticos, probióticos y simbióticos actúen sobre la dermatitis.
La lactancia materna protege de la dermatitis atópica…
Pues tampoco están las cosas claras. No existen datos concluyentes acerca de si es mejor prolongarla o evitarla… así que recomendamos que los niños con dermatitis atópica reciban las mismas pautas de lactancia que otros niños.
¿Puedo hacer algo por mejorar la dermatitis?
Rotundamente ¡¡sí!! No es raro observar pacientes que no tienen un buen control, y sin embargo no realizan tareas sencillas que contribuyen a mejorarlo. Recomendamos el uso de productos de higiene específicos, evitar duchas o baños prolongados y aconsejamos hidratación al menos una vez al día de toda la piel.
Me ha dicho mi vecina que las cremas de corticoide son malas…
TODOS los medicamentos tienen efectos adversos, y cuando los prescribimos estamos valorando el beneficio-riesgo (y no dar un medicamento también puede tener su riesgo…). Los corticoides tópicos son TRATAMIENTO DE PRIMERA LINEA en la dermatitis. Tu dermatólogo te indicará qué corticoide aplicar y de qué modo. Con frecuencia encontramos pacientes insuficientemente tratados (con lo que eso conlleva: lesiones en piel, picor, rascado, sobreinfección, alteración en el sueño…) por miedo al uso de corticoide.
Doctora ¿pero es que no hay otra cosa?
Desde hace unos años contamos con otros fármacos tópicos: tacrólimus y pimecrólimus. Son eficaces y se han mostrado seguros a medio plazo. Son necesarios más estudios y tiempo para valorar la seguridad a largo plazo. En caso de dermatitis atópicas graves, muy extensas, que no se controlan con lo anterior, tenemos a nuestra disposición la fototerapia (administración controlada y regulada de radiación ultravioleta, generalmente ultravioleta b) y medicación por vía oral. Aquí se incluyen los corticoides orales y otros fármacos que pueden plantearse para medio o largo plazo, como ciclosporina o metotrexato. No están exentos de efectos adversos así que su indicación debe ser siempre individualizada y sopesar cuidadosamente beneficio y riesgo.