Para reducir el riesgo de contraer o propagar el molusco contagioso, es fundamental seguir una serie de medidas preventivas. Mantener una higiene adecuada es clave, por lo que se recomienda lavar las manos con agua y jabón con regularidad, especialmente después de haber tocado las lesiones. Asimismo, es importante evitar el rascado o la manipulación de las pápulas, ya que esto puede favorecer la autoinoculación y la propagación del virus a otras partes del cuerpo.
Otro aspecto esencial en la prevención es no compartir objetos personales que puedan estar en contacto con las lesiones, como toallas, ropa o equipos deportivos, ya que estos pueden actuar como vehículos de transmisión. Además, se aconseja cubrir las lesiones con vendajes o ropa para minimizar el riesgo de contagio a otras personas, especialmente en espacios compartidos como piscinas o gimnasios. En el caso de personas infectadas, se recomienda evitar el contacto físico directo con otras personas hasta que las lesiones hayan desaparecido por completo.
Aplicar estas medidas de prevención es fundamental para controlar la propagación del molusco contagioso y reducir el riesgo de infección en la comunidad. En caso de presentar lesiones cutáneas que pudieran corresponder a esta afección, es aconsejable consultar a un dermatólogo para obtener un diagnóstico preciso y evaluar las opciones de tratamiento más adecuadas según el caso.