Para prevenir la sarna, es fundamental mantener una higiene adecuada, asegurando una limpieza regular tanto del cuerpo como del entorno doméstico. Es importante evitar el contacto directo con personas afectadas y no compartir objetos personales como ropa, toallas o ropa de cama, ya que el ácaro puede sobrevivir en estas superficies y propagarse con facilidad. Si un miembro del hogar está infectado, es recomendable que todos los convivientes reciban tratamiento al mismo tiempo, incluso si no presentan síntomas, para evitar reinfestaciones.
Además, se debe prestar especial atención a la limpieza de objetos personales, lavando la ropa, sábanas y toallas utilizadas por la persona afectada con agua caliente y secándolas a alta temperatura. También se recomienda aspirar sofás, colchones y alfombras para eliminar posibles ácaros residuales. Estas medidas de prevención son clave para reducir la propagación de la sarna y evitar nuevos brotes en el entorno cercano.