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Psoriasis: una enfermedad que estigmatiza pero tiene tratamiento

Hace pocos días hemos podido leer los resultados de un estudio realizado en el Hospital Universitario de Canarias, donde se ha comprobado que 8 de cada 10 personas que sufren psoriasis sienten que esta enfermedad supone un estigma en su vida.

Estos datos, aunque novedosos por la muestra tan alta de pacientes (más de 200) y por su diseño, sin embargo no me sorprenden tanto. Lo cierto es que cada día, en la consulta cuando converso con personas que padecen psoriasis puedo percibir que presentan distintas alteraciones “secundarias” a la enfermedad y que son igual de importantes o más que la propia psoriasis.

Los problemas más frecuentes que observo en mis pacientes en los 10 minutos que suele durar una consulta dermatológica son: tristeza, nerviosismo, inseguridad, falta de autoestima, dejadez en el cuidado personal y sobrepeso.

Pero algo que me preocupa todavía más es la desconfianza que veo en los ojos de los pacientes, desconfianza tanto en el médico como en los tratamientos para la psoriasis. Sin embargo, lo cierto es que puedo comprender por qué hemos llegado a esta situación. En el pasado, y todavía a veces en la actualidad, existen dos problemas fundamentales en la atención médica de las personas que padecen psoriasis.

Primero, bien por la falta de tiempo o bien porque el paciente o el mismo dermatólogo no se preocupan por los “efectos colaterales” de la enfermedad ocurre que después de la consulta el paciente se va a su casa con su receta de tratamiento pero sin haber explicado el resto de asuntos imprescindibles. Como son la alteración en su calidad de vida debido a los picores, el dolor o la alteración estética, la vergüenza, la depresión, la inseguridad, el dolor o inflamación de las articulaciones y un largo etcétera.

Segundo, hasta hace pocos años, los tratamientos disponibles para la psoriasis eran limitados, tanto en número como en eficacia. Además suponían una incomodidad en su utilización debido a su mal olor, a que manchan la ropa o tardan mucho tiempo en absorberse. Tiempo y situaciones que muchos no pueden permitirse.

Sin embargo, gracias a estudios como el realizado en el Hospital de Canarias y al reconocimiento de la psoriasis como enfermedad multisistémica y metabólica con múltiples repercusiones en el cuerpo y en la mente, ha cambiado la visión médica de esta enfermedad.

Los dermatólogos nos hemos dado cuenta del gran problema que supone la psoriasis. Hemos comprendido que la alteración estética que produce es la menos importante.

Ahora disponemos de múltiples tratamientos eficaces para la psoriasis y sus múltiples consecuencias, tanto físicas como psicológicas. Ya no son como antes, son mejores y variados. Y la perspectiva en los próximos años es alentadora ya que se siguen desarrollando moléculas dirigidas al tipo de inflamación que ocurre en la psoriasis.

Creo que los dermatólogos tenemos la obligación de cambiar la situación actual de desconfianza del paciente adquirida en el pasado. Les falta nuestro tiempo, nuestro interés en todos sus problemas, una información completa sobre los distintos tratamientos y una individualización de los mismos en función de las necesidades de cada paciente.

En mi opinión, los pacientes de psoriasis merecen una atención especializada por expertos en unidades multidisciplinares donde puedan ser atendidos por dermatólogos, psicólogos y reumatólogos, cuando sea necesario.

Estoy segura de que con el esfuerzo de todos lograremos que esta enfermedad, que puede ser tan grave, sea reconocida y tratada como se merece.