La glicación es la unión de una molécula de azúcar con una proteína. Esta reacción ocurre en la vida diaria, por ejemplo, al tostar los alimentos. Las altas temperaturas precipitan la unión de estos azúcares y proteínas produciendo la coloración marronácea característica (como ocurre por ejemplo al tostar una rebanada de pan).
En el cuerpo humano suceden reacciones similares que tienen lugar a lo largo de periodos de tiempo muy prolongados y a temperaturas muy inferiores. Como consecuencia, aparecen unas sustancias que se llaman compuestos de glicación que se acumulan en numerosos tejidos del organismo y que están implicados en el proceso de envejecimiento.
Las personas que fuman, beben alcohol o se exponen a la radiación solar producen mayor cantidad de radicales libres, lo cual potencia el proceso de glicación en el cuerpo humano. Por otro lado las personas diabéticas la glicación ocurre de manera acelerada debido al aumento de moléculas de azúcar circulantes en el organismo.
En cualquier caso, el cuerpo humano posee mecanismos de defensa frente a la creación tanto de radicales libres como de productos de la glicación. Las diferencias genéticas existentes entre los individuos determinan esta capacidad detoxificadora, explicando por qué dos personas con estilos de vida similares manifiestan distintos grados de envejecimiento de los tejidos.
Para mantenerse joven es muy importante realizar ejercicio físico a diario, seguir una dieta equilibrada que incluya fruta y verdura fresca así como evitar la exposición solar, el tabaco y el alcohol en exceso.
Y para quien piense que cuidarse es sinónimo de aburrimiento, algunos de los mayores placeres de la vida también nos previenen del envejecimiento: el chocolate puro, una copa de vino al día, las uvas, unas risas, el sexo…